
Chakras: los talentos ocultos
Porque
el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos,
llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A
uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno
conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había
recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó
otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos,
ganó también otros dos. Pero el que había
recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió
el dinero de su señor.
Después
de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló
cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco
talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco
talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco
talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo
y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor. Llegando también el
que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos
talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos
talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo
y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también
el que había recibido un talento, dijo: Señor, te
conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste
y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí
tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo
su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías
que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y
al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más;
y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al
siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes,
(Mateo 25.14-30).
El
Yoga nos enseña que tenemos un potencial de crecimiento a
nuestra disposición, que podemos ser mucho más de
lo que somos al nacer. Los Siddhas hicieron descubrimientos profundos
sobre nuestra anatomía física y sobre nuestra anatomía
sutil. Mencionamos anteriormente la existencia de cinco envolturas
o cuerpos: cuerpo físico, cuerpo energético o vital,
cuerpo mental, cuerpo intelectual, cuerpo causal.
El
cuerpo vital está recorrido por canales de energía
llamados “nadis”. Los nadis se corresponden con los
“meridianos” de la acupuntura china. Se dice que hay
unos 70.000 nadis, que con su actividad nutren el sistema nervioso
y sostienen el funcionamiento del cuerpo físico. Además
de los nadis, en el cuerpo vital se ubican siete centros energéticos
principales, llamados “chakras”. La palabra chakra significa
literalmente “rueda”. Estos siete centros energéticos
están relacionados, cada uno de ellos, con un estado diferente
de consciencia:
-
Primer chakra, ubicado en el perineo – estado de impulso sexual.
- Segundo chakra, en el sacro – estado asociado a la capacidad
de supervivencia y de obtener las necesidades básicas.
- Tercer chakra, en el plexo solar – estado asociado a la
fuerza de voluntad y al deseo.
- Cuarto chakra, en el corazón – estado de amor y compasión.
- Quinto chakra, en el cuello – estado de expresión
creativa.
- Sexto chakra, en la frente – estado intuitivo y visionario.
- Séptimo chakra, en la coronilla – estado de consciencia
pura y de unión con el Absoluto.
Nuestro
estado de consciencia pertenecerá al chakra donde tengamos
más energía vital acumulada. Los chakras son representados
como flores de diversos colores que apuntan hacia abajo, y que cuando
son activados, miran hacia arriba.
Nuestra
energía vital y sexual se acumula en los tres primeros chakras;
en la adolescencia, con el despertar sexual, se van activando más
y más. El resto de los chakras se van abriendo muy poco a
poco, dependiendo de nuestras actividades en la vida; muy pocas
personas presentan - de forma natural - actividad en el sexto o
séptimo chakra.
Esto
significa que la preocupación principal del 70 por ciento
de la humanidad es el sexo, la supervivencia física y la
satisfacción de los deseos, ya que la energía vital
se concentra de forma natural en los tres primeros chakras.
El
Yoga, al igual que otros caminos espirituales, prescribe prácticas
específicas para despertar y activar todos los chakras. Éstos
son, en palabras de Jesús, nuestros talentos, un potencial
que se nos ha dado, que podemos poner a trabajar o bien ignorarlo
y enterrarlo en la tierra. En éste último caso - siguiendo
la Parábola de los Talentos de Jesús, (Mateo 25.14-30)
- nuestra vida no da fruto, y el dueño de los talentos, nuestro
Ser Superior, acaba reclamándolos, considerando baldía
la presente encarnación. En cambio, al que cultiva los chakras,
se le dice: "Entra en el gozo de tu señor". Tal
persona experimenta el gozo divino cuando lleva a cabo su despertar
y su desarrollo espiritual.
Nuestra
vida es así una oportunidad que tenemos para desarrollar
toda nuestra valía, para experimentar la Divinidad que todos
tenemos en potencia, como nuestro derecho de nacimiento. A través
de nuestra práctica espiritual podemos reclamar y recobrar
nuestros derechos de primogenitura, de ser llamados “hijos
de Dios”. De otro modo la vida no da fruto, es estéril,
y esta encarnación pasará sin rastro, como otra oportunidad
perdida de reencontrar el Reino de los Dios:
Entonces
Jesús les contó esta parábola: Un hombre tenía
una higuera plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar
fruto en ella, no encontró nada. Así que le dijo al
viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo
a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala!
¿Para qué ha de ocupar terreno?”. “Señor”
- le contestó el viñador, “déjela todavía
por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor
y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto;
si no, córtela”, (Lucas 13.6-9).
El
Yoga nos enseña que la consciencia y la energía van
juntas, y que trabajando sobre una podemos aumentar la otra. El
“samadhi” o unión con el Absoluto, el estado
correspondiente al chakra de la corona, es la vivencia de la consciencia
pura, nuestra verdadera naturaleza. Esto, en el cuerpo vital, supone
un nivel muy elevado de energía. De modo que el vital, que
sostiene nuestro sistema nervioso, debe estar preparado para ello.
De otro modo puede haber problemas.
El
trabajo sobre la energía en nuestros cuerpos nos permite
experimentar estados más elevados de consciencia; este trabajo
es la base que sostiene la vivencia del samadhi, la apertura del
séptimo chakra en lo alto de la corona.
Para
construir nuestro templo interior necesitamos limpiar los nadis
y activar los chakras.
La
práctica de las asanas o posturas de Yoga empieza a realizar
ambas funciones. Es muy importante limpiar el subconsciente y liberar
bloqueos fisico-emocionales, que son las resistencias que impiden
que la energía - y con ella, la consciencia que soporta -
fluya libremente en nuestro sistema. Estas prácticas constituyen
la base de la construcción de nuestro templo.
El
papel de los chakras en la construcción de la experiencia
del samadhi es fundamental. Cada uno de ellos sería como
un transistor de un circuito eléctrico (nuestro cuerpo vital),
que debe ser activado para un pleno funcionamiento del sistema.
Cuanto más activados están los chakras, más
niveles de energía admite el circuito, y por tanto, admite
niveles más elevados y expandidos de consciencia.
Determinadas
prácticas de “pranayamas” (ejercicios respiratorios)
pueden movilizar la energía desde el primer chakra y distribuirla
por todos los chakras, activándolos. El Yoga ofrece también
determinadas sílabas o mantras cuya repetición constante
activa diferentes chakras. La práctica de los mantras activa
y purifica el sistema energético, eliminando restricciones
y bloqueos.
Porque
al que tiene, le será dado, y tendrá más; y
al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Diversos
maestros de Yoga comentan cómo la apertura y plena activación
de los chakras puede hacer que el aspirante recuerde otras vidas
e incluso adquiera diversos poderes. El Yoga clásico menciona
ocho poderes o “siddhis” mayores, que incluyen el poder
de curar a los demás, la clarividencia, la invisibilidad,
poder cambiar de cuerpo, y más. No obstante, siempre se ha
señalado que tales poderes pueden ser un obstáculo
insuperable para el avance espiritual del yogui, que puede ser tentado
a usarlos en beneficio propio.
El
mismo Jesús fue tentado para usar sus poderes en su propio
beneficio, para convertirse así en dueño de la tierra.
Ello sucedió tras que pasase un periodo de ayuno de cuarenta
días en el desierto (¡una buena sadhana yóguica!).
Tradicionalmente, tras una sadhana muy intensa, un yogui sale fortalecido,
lleno de energía y poder - y ése es el momento en
el que puede ser tentado por su mismo poder:
Luego
el Espíritu llevó a Jesús al desierto para
que el diablo lo sometiera a tentación. Después de
ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador
se le acercó y le propuso:
- Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan
en pan.
Jesús le respondió:
- Escrito está: "No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se
pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo:
- Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está:
"Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus
manos, para que no tropieces con piedra alguna".
-También está escrito: "No pongas a prueba al
Señor tu Dios" - le contestó Jesús.
De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña
muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.
- Todo esto te daré si te postras y me adoras.
- ¡Vete, Satanás! - le dijo Jesús - porque escrito
está: "Adora al Señor tu Dios y sírvele
solamente a Él".
Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron
a servirle, (Mateo 4.1-11).
El
yogui supera la prueba de los poderes cuando renuncia a usarlos
para sí mismo y los entrega al servicio de la Divinidad.
Sólo los usa cuando siente que el Espíritu le pide
que lo haga. Jesús pasó prontamente la prueba.
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